Casi siempre que vengo aquí es para depositar tristezas…
Cómo creamos dependencia de las personas… qué fácil es y qué absurdo. Que necesidad tan imperiosa nos provocamos de echarlas de menos. Qué desgarrador sentir que se van… qué absurdo, sabiendo que van a volver… qué ilógico sentirse tan sola y tener tanto miedo…
Qué difícil hacerse el fuerte, fingir que no pasa nada y llorar tanto como un niño pequeño, por una insignificante separación temporal…
Y querer gritar «NO TE VAYAS»… Querer llorar y querer ser fuerte. Y pensar: qué absurdo sentirme así, no soy una niña pequeña…
Y odiarle un poco, por no darse cuenta… y no querer que se dé cuenta en realidad, para que no sienta pena ni se sienta infeliz…
Y sentirme sola, tan sola… que acabo reventando aquí, porque necesito reventar en algún sitio…